jueves, 28 de enero de 2010

"Nuevo Renacer" de Antonella Duarte


Todo lo que viví,
todo lo que sentí,
se me escapa
en un palpitar,
en un nuevo latir.
Ya no tengo miedo del dolor.
Voy buscando un camino...
voy buscando un amor.
Y en un nuevo renacer,
mi vida despierta,
descubro que
mil emociones me acechan.

"Ver el mundo con ojos de cristal" de Anto Duarte


Es hermoso ver el cielo
y contemplar todo lo que hay en él.

Esa capa celeste, que a veces no estan celeste
sino gris.
Ese manto tibio de luz que nos abriga y calienta.
Esas luciérnagas del firmamento que a la noche,
brillan y dan placer verlas.

Las nubes, esos pedacitos de nieve
que todo niño quisiera tocar.
Esas aves metálicas que cruzan el cielo,
y nos permiten ver el mundo desde otra perspectiva.

Esa brisa revoltosa,
invisible, fría y misteriosa.
Que nos despeina, nos da escalofríos
y nos acompaña por el mundo.

El mundo, una caja de sorpresas...
En él todo puede suceder...
¿Porqué caja de sorpresas?
Porque aparece de todo en el
momento menos buscado.

Y si no fuera por esas
chispitas del corazón,
¿Qué sería de nosotros?
Absolutamente nada.

A veces un amigo, puede
ser ese cascabel del cielo,
él que nos protege y
acompaña.

Juntos podemos ver un atardecer,
mejor dicho un crepúsculo.
O bien, mirarnos en ese espejo de cristal,
en ese mar, lleno de vida, tan puro
y transparente.

Esto es ver el mundo con ojos de cristal,
con una mirada clara.
Tenemos que apreciar lo que vemos
y valorar lo que tenemos.

miércoles, 27 de enero de 2010

"Signos" de Gioconda Belli

Es el amor, tendré que ocultarme o huir
Jorge Luis Borges

Lento,
violento,
rumoroso
temblor
de hojas
en la intrincada selva de mis espinas.
Invasión de ternura en los huesos.
Ola dulce de agua
reventándome en el fondo del pecho,
encrespándose
y volviendo a extenderse
espuma
sobre mi corazón.
Es el amor con su viento cálido,
lamiendo insistente la playa sola de mi noche.
Es el amor con su largo ropaje de algas,
enredándome el nombre, el juicio, los imposibles.
Es el amor salitre, húmedo,
descargándose contra la roca de mi ayer impávida dureza.
Es la marea subiendo lentamente
las esquinas de piedra de mis manos.
Es el espacio con su frío
y el vientre de mi madre palpitando su vida en el silencio.
Es el grupo de árboles en el atardecer,
el ocaso rojo de azul,
la luna colgada como fruta en el cielo.
Es el miedo terrible,
el pavor de abrir la puerta
y unirse a la caravana
de estrellas persiguiendo la luz
como nocturnas, erráticas mariposas.
Es la tiniebla absoluta
o la más terrible y blanca nova del Universo.
Es tu voz como soplo
o el ruido de días ignorando los rumbos de tu existencia.
Es esa palabra conjuro de todas las magias,
látigo sobre mi espalda tendida al filo del sol,
desencajando el tiempo con sus letras recónditas,
desprendida del azar y de la lógica,
loca palabra, espada,
torbellino revolviéndome tibias memorias
apaciblemente guardadas en el desván de los sueños,
estatuas que de pronto se levantan y hablan,
duendes morados saliendo de todas las flores,
silbando música de tambor de guerra,
terribles con sus largos zapatos puntudos,
burlándose de mí
que, inútilmente,
cavo tenaz, enfurecida, incapaz,
llorando en mi espanto,
esta última trinchera.

"La vida me demanda otro rostro" de Gioconda Belli

[...]
Como la luna
he sido horadada por una lluvia constante de meteoritos
me pesan las vendas en los ojos
y las sonrisas sostenidas a punta de fe
me pesa la confianza
como una ceguera fácil y sin profundidad

para esto me servirá la madurez
para adentrarme más allá del verdor
y ver y amr sin miedo la totalidad:
la podredumbre
igual que la gloria.

La vida me demanda otro rostro
quitarme la máscara de infancia
Gritar.

miércoles, 6 de enero de 2010

Construí un castillo en el mar


Construí un castillo en el mar
para que el alba y el atardecer
se cuelen por las ventanas
iluminando mi alma melancólica.


Construí un castillo en el mar
para que mis lágrimas
se confundan con sus aguas
y formemos una unidad.


Construí un castillo en el mar
para que el tiempo no me encuentre
cansada de una tierra fértil de injusticia

construí un castillo en el mar
para descubrirte en cada despertar
sabiendo que estás dispuesto a amar.

Si tan solo supieras

Si tan solo supieras
que tu mirada me quema,
que tu voz es melodía para mis oídos,
que tu sonrisa ilumina mis días,
que de solo pensarte mi ser se estremece,
que tu presencia habita en mis sueños,
que aunque tus labios no me pertenezcan
los deseo más que a nada,
que cada vez que te veo
mi mundo se desestabiliza,
que no te esperaba pero apareciste
y ya nada volverá a ser como antes,
que mi corazón pide a gritos conocerte
pero la razón lo silencia.
Si tan solo lo supieras
Podrías elegir entre quedarte o huir.

Presagio

Apareciste
con tu sonrisa a cuestas
para disolver
mi triste tristeza triturada.
Tu risa, nuestra risa
risa de tiempos olvidados
en lo profundo del recuerdo
van formando un manto
que me protege
de este mundo sin sentido.
Tu sonrisa, presagio de esperanza
poco a poco va habitando
mi alma yerma
y con júbilo
nuestras insípidas vidas
van virando hacia el edén.

La sirena


Marinero
atrévete a escuchar
mi canto seductor
prometo entregarte
mi solitario corazón.
Sé que Ulises te ha dicho
que no me oigas
pero no le hagas caso, marinero.
Yo sé
que tu no eres hombre de tierra
Tú sabes
que yo soy mujer de mar
unamos nuestras soledades
y animémonos a amar.

Las sombras me acechan


Las sombras me acechan
y mi luz teme ser devorada por ellas.
El duelo comienza
y por momentos soy dulce
y por otros la hybris se apodera de mí
e invade cada partícula de mi alma.
Ser o no ser
esa es la bendita o maldita cuestión
entre ser bueno y no serlo
entre ser libre y no serlo
entre ser aceptado y no serlo.
Y allí estás tú
contemplando una flor
que se marchitará
sin poder descifrar
lo que pasa en mi interior
Y aquí estoy yo
sin saber muy bien
si lo que soy es
lo que realmente hubiese querido ser
o simplemente y sencillamente
lo que vos esperabas que fuera.

Frágil torre de cristal

Frágil torre de cristal
sentimientos convulsionados,
cansancio acumulado,
tristezas repetidas,
lágrimas sin sal.

Frágil torre de cristal
a punto de estallar.
ya nadie lo podrá remediar.

Gris el alma
que no encuentra consuelo
en lo terrenal.
Gris mi lágrima
que no sabe llorar.
Gris el recuerdo
que está grabado en mi piel.
Gris tu mirada
que no me deja ser.
Gris el día
que no se anima a nacer.
Gris la noche
que empieza a aparecer.
Y allí estoy yo:
con mil pensamientos enmarañados
como el árbol que echa ramas
sin cesar.
Y allí estás tú:
esperando a que las gotas
de aquella tarde gris
fertilicen tu destino.


Así estoy


Así estoy,
habitada por diez mil soledades
que claman tu presencia
para desaparecer.
Y tú sin siquiera imaginarte
que mi mente no deja de pensarte;
que mi alma solo sabe extrañarte
que en tu mirada me miro y al mirarte
me siento un poco más cerca de ti;
que tus labios son la manzana prohibida
que los míos anhelan probar;
que mi corazón enjaulado
quiere conquistarte
y está dispuesto a amarte.

Sin título

Surgirás del abismo.
Rasgarás mis vestiduras.
Abrirás tus fauces.
Me masticarás.
Un chillido hueco resonará
bajo una luna llena.
Recuerdos seré.

5

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.